Daniel Llamas

👨🏻‍⚖️ #27 ¿Y si tu opinión no vale nada?

A veces el gimnasio es un territorio incómodo porque nunca esperas cuando alguien puede darte una recomendación.

Recomendación que lógicamente no has pedido.

Tampoco malpensemos, si estoy a punto de romperme la espalda, agradezco que me avisen.

Pero frecuentemente hay miradas que juzgan más que cualquier frase, y sólo a veces se materializan en comentarios como:

“Ten cuidado que con tan poco peso no te va a funcionar ese ejercicio”

El Síndrome del Ayudador en toda su esencia.

¿Y si quizá estoy calentando?

¿Y si quizá estoy recuperándome de una sesión?

¿Y si quizá simplemente ese día he ido para tener una excusa de escuchar “Nadie Sabe Nada”?

A mi pesar, reconozco que he tenido esta misma actitud cuando en su momento veía desde la distancia las historias laborales de otras personas.

Nosequién está subiendo muchas encuestas en Linkedin”

“Mira el precio que le pone menganita a sus servicios”

“Vaya web más raras que han hecho los fulanitos estos”

Un día me di cuenta de que tener esos juicios fortuitos van en contra del pensamiento de un diseñador, porque me faltaba la pregunta más importante: ¿PARA QUÉ?

Puede haber miles de motivos detrás de cualquiera de estas decisiones de estrategia, de venta, de comunicación… pero no las sabía. Si las supiera, quizá podría aventurarme a pensar qué es lo más adecuado en cada caso. Pero no las sabía.

Sé que ahora estoy mandando una newsletter que antes no mandaba. Y que antes subía muchas fotos a Instagram y luego lo dejé. Y probablemente pasado mañana empiece a subir cursos pre-grabados o lo que se me ocurra.

A pesar de toda esta aparente volatilidad, diana fácil para opiniones espontáneas, realmente son decisiones meditadas, a veces experimentos.

Y si quieres entender por qué hago cada cosa, es tan fácil como preguntarme.

Porque, no olvidemos, me encanta aprender.

Pero la gente que opina por adelantado sobre un resultado o una acción realmente no quiere ayudar, solo dar su opinión, como aquel pesado del gimnasio.

 

Desde que entendí esto, cada vez que alguien me pide ayuda, lo primero que hago es fundirle a preguntas para comprender de qué me habla y por qué. Y sólo después de comprenderlo, ya suelto mi querida opinión.