Daniel Llamas

🔮 #12 ¿Y si creo que no?

Hoy no lo vais a ver venir pero vengo a hablaros de astrología.

Últimamente ando algo inquieto por la incipiente frecuencia con la que me encuentro acorraladamente inmerso en conversaciones sobre horóscopos y ascendentes, también sin verlo venir.

Me atrevo a considerar que las pseudociencias son la nueva religión de los millennials. La metadona de un cristianismo en horas bajas que necesita reimaginar un relato acorde a los formatos que ofrece la cultura pop postmoderna, ya sea mediante canciones o memes. Y paradójicamente viene tonteando de la mano de cierta corriente del progresismo que debería posicionarse exactamente en el extremo opuesto.

Pongamos por delante que este imaginario colectivo me parece incluso fascinante y reconozco su indudable utilidad como herramienta social para desbloquear empatía colectiva, de la misma forma que Gran Hermano nos ofrecía una muestra sociológica monitorizada.

Sin embargo, me empieza a asustar cuando el títere devora sus propias cuerdas y me encuentro con ciertas personas, racionalmente sensatas a priori, que realmente toman sus decisiones vitales y profesionales en base a este relato, hasta tal punto de recibir recomendaciones estratégicas en consonancia con el estado de la luna llena.

Sabéis mi debilidad ante la tentación de crear un nuevo modelo descriptivo-analítico de la realidad, por lo que me siento fielmente atentado cuando observo primero el establecimiento del modelo, y luego el intento de encaje en la realidad que nos interesa.

Quizá por mi inmortal remanente ingenieril, acabo enzarzado en discusiones tautológicas con aquellas personas que se escudan incluso en el método científico para justificar lo que simplemente es un sesgo cognitivo. De hecho, son varios: un proceso de inducción donde enlazamos dos hechos aislados mediante la casualidad para generar una hipótesis (errónea) que los conecte; pero también un sesgo de confirmación, porque sólo nos quedamos con aquellos relatos que justifican nuestra hipótesis (por no hablar de nuestra influencia como protagonista activo de la historia para orientar las decisiones en base a nuestros prejuicios). Como diría Taleb, nos conformamos contando cisnes blancos y, si aparece uno negro, lo ahogamos en nuestra memoria. Exactamente lo contrario que el método científico.

¿Qué le hacemos si soy un escéptico? En definitiva -y aquí pecaré de liberal- pero, mientras nadie me haga daño, cada cual con sus creencias. Estoy convencido de que los seres humanos necesitamos creer y, de hecho, esas creencias son nuestra principal fuente de inspiración y motivación. Lo que a veces nos cuesta entender es que, como contaba Harari, religiones hay muchas: tu iglesia, tu astrología, tu comunidad, tu partido político, tu humanismo, tu consumismo, tu equipo de fútbol.

 

Así que, por favor, la próxima vez que fundamentes que mi liderazgo surge de haber nacido en agosto, hagamos una promesa: yo dejaré todas mis consideraciones en esta Soflama, pero no quiero oírte ni una sola reticencia sobre las creencias del resto de creyentes «tradicionales» ni, mucho menos, sobre las creencias de un ateo como yo que, por cierto, son muchas.