Daniel Llamas

📣#54 ¿Y si no tengo que tener audiencia?

Nombre: Daniel

Apellido: Llamas

Profesión: Autónomo

“¿Pero cómo vas a poner eso como profesión? ¡Si es un genérico!”

Esto es lo que me han increpado más de una vez cuando no he sabido cómo presentarme. Sin embargo, ahora que he cumplido cinco años pagando cuota creo que es la palabra que más identifica mi rumbo profesional.

Porque cuando digo que soy consultor, lo mismo me encuentras dando clases. Cuando se supone que soy diseñador, lo mismo estoy escribiendo un libro. En el último año, he configurado herramientas, organizado eventos, rellenado convocatorias, dado charlas, dibujado ilustraciones y creado webs. ¿Qué soy?

Y a pesar de ser autónomo, nunca de esas cosas las he hecho solo, lo cual choca mucho con la típica imagen del freelancer (palabra que no me gusta) encerrado en la cueva y generando hacia el mundo, pero no trayendo el mundo hacia sí.

Ser autónomo es un problema de identidad, pero gracias a mis peripecias intentando difundir el libro, me he dado cuenta de una cosa muy importante: no tengo audiencia.

Llamo audiencia a aquellas personas con un modelo centralizado (lo que podríamos llamar “influencers de lo suyo”) con el cual esa persona se hace experta de un tema y durante meses y años genera contenido en torno a dicho tema usando los medios digitales, lo cual lleva a un enorme número de seguidores/visitas/suscriptores (la audiencia).

Además, este modelo necesita de muchos pequeños clientes, ya sea por cuotas, cursos, herramientas o productos. Este fraccionamiento a su vez permite la escalabilidad.

Reconozco que se me van los ojos a este modelo porque cuando lanzan un libro, curso o pódcast, la primera reacción de fans es inmediata y las métricas acompañan, lo cual debe subir muchísimo la moral. Reconozco también que intenté hacer algo así en Instagram hace cinco años (donde tengo más seguidores de los que debo y, en cambio, mi impacto está roto). También reconozco que cuando empecé a escribir estos correos me imaginaba algo parecido.

Sin embargo, hay una cosa que acabo de descubrir: no tengo audiencia ni la debería buscar.

Podría pensar que es un tema de no querer pagar el peaje del esfuerzo que conlleva la disciplina de generar ese contenido de forma regular, pero realmente el peaje que no quiero pagar es el de la especialización. Porque, visto de otro modo, si empiezo a sumar horas (gratis) que he volcado en organizar historias para AIDI, lo mismo me habrían salido las cuentas de influencer en una realidad paralela.

Porque mi modelo no es el de la audiencia, sino el de la red.

No puedo ser referencia de nada si lo único por lo que se me identificaba era el diseño y encima ahora digo que no existe. Sin embargo, me adueñé del concepto de promiscuidad intelectual (que no era mío) porque realmente lo que me gusta es ser un experimentador, un acompañador y un escuchador. Saltar de proyecto en proyecto y de tema en tema, lo cual requiere otras implicaciones diferentes al modelo audiencia, pero es el que se alinea sinceramente conmigo.

A lo mejor no soy escalable ni productificable, y tengo que abrazar esta realidad para empezar a construir desde la visión de red. Quizá esto me lleva a una mayor sostenibilidad y liberación mental, lo cual también es positivo.

Por lo tanto, me parece correcto autodefinirme como autónomo, porque no quiero depender de nadie ni de nada, ni siquiera de los compromisos que me pueda autoimponer.

Quizá mañana dejo de escribir estas soflamas de golpe, quién sabe, y estoy contento de que pueda ser así sin que se caiga “mi” mundo.