Daniel Llamas

🪫 #40 ¿Y si me quedo sin energía?

Tengo poca energía.

¡Pero Daniel! ¿Cómo puedes decir eso? Si siempre te veo activo por todos lados.

Sí, este otoño todo ha hecho embudo y estaba preparado para ello.

Sí, llevo semanas trabajando sin parar y cuando me preguntáis que cuándo descanso, os contesto: en febrero.

La cuestión es que noto que tiendo a la estabilidad, o mejor dicho, a la regularidad, independientemente de la temporada. Al final mi cuerpo se aclimata a la adrenalina o al parón.

Cuando es temporada alta y tengo mucho jaleo, quiero concentrarme sólo en ese jaleo y afrontarlo todo del tirón. Los pocos momentos libres los aprovecho… descansando.

Cuando llegue invierno y tenga menos que hacer, aprovecho para leer, dibujar, investigar, etc. y sobre todo me apetece estar… descansando.

Vamos, el factor común es que me gusta descansar. Vaya problemón, ¿no? Que al niño le gusta dormir.

Sin embargo, a veces pregunto “qué tal” a personas allegadas profesionalmente y me contestan algo como “me va genial, eso sí, currando todo el día… pero en fin, es lo que toca”

¿Es lo que toca?

No sé los demás, pero para mí el éxito es ganar lo máximo posible, trabajando lo menos posible y que me quede energía para poder vivir.

No obstante, me es inevitable mirar de reojo a aquellas personas que viven en ese jaleo de manera permanente. Las odio y las envidio a la vez.

Intensidades desbordantes mientras trabajan, pero cuando llega el fin de semana… ¡lo mismo te conducen seis horas para irse de viaje, luego empalman con una fiesta, siete planes sociales y en tan solo dos días vuelven cargados de energía para empezar el lunes con diez nuevas reuniones!

¡Si yo cuando hago un viaje de dos días necesito una semana para recuperarme!

Ahora mismo, mis líneas rojas (o más bien, verdes, porque es aquello a lo que me niego a renunciar) son: ir tres veces por semana al gimnasio (divididas entre piscina, pádel y variedades), dormir siete-ocho horas cada día, comer lo más saludable posible, dedicar tiempo a mis hobbies… y, sin embargo, siempre me noto falta de energía.

¿Acaso estoy llamando poca energía a escuchar a mi cuerpo?