Daniel Llamas

🥛 #67 ¿Y si la perfección se sirve en vasos pequeños?

Boli rojo: para los títulos.

Boli azul: para los apuntes.

Boli verde: para las notas en el lateral.

Una agenda coloreada, llena, pulcra. Cada cosa en su lugar y cada lugar con su cosa.

Esto es lo que viene a la cabeza cuando hablamos de organización.

Cuánto daño ha hecho Mr. Wonderful.

Lamentablemente, a día de hoy muchas personas entienden que organizar significa rellenar.

Quienes vamos de 3 por la vida, realmente sabemos identificarlas: personas que realmente son un 1 (es decir, creativas, impulsivas, caóticas) que por alguna razón no están contentas con su condición (totalmente valiosa) e intentan mimetizarse con la gestión mediante erráticas clasificaciones de colores.

Podría parecer una práctica inofensiva, pero su sombra es tan alargada que la impostación pasa desapercibida y acaba calando hasta procesos que nos afectan a todos. Sí, aquellos procesos que nos restan salud cuando debemos enfrentarnos a ellos.

Porque un proceso bien diseñado se nota básicamente en el hecho de que no se nota.

Cuantas más opciones, más alardes, más filigranas, en definitiva lo que estás haciendo es complejizar al usuario. Porque organizar no es crear categorías en la realidad, sino sintetizarla para hacerla comprensible.

Por ejemplo, hace unos meses, tuve que pedir unos bolis para el Futuratón.

Contacté con dos proveedores aparentemente iguales

Uno de ellos, tras enviar la solicitud de consulta, automáticamente me envió un catálogo con mil bolis diferentes. Durante una semana, todos los días recibía llamadas de una comercial que me prometía enviarme una muestra de cada modelo a casa. Y lo hizo, hasta equivocándose de dirección, por cierto, porque me empezaron a llamar repartidores perdidos. Incluso una vez acabado el evento, todavía siguen llegando de vez en cuando. Al final, tuve que inventarme una excusa para la pobre comercial quien decepcionada, me seguía proponiendo opciones.

El otro de ellos tenía una web automatizada con modelos, precios, cantidades y envío. Con dos clics, ya tuve programado el envío para dos días después.

A lo mejor, esa comercial (o más bien, el plan estratégico de su empresa) quiso que su atención al cliente fuera espectacular, pero bajo mi óptica no ha podido ser más opuesta.

Quiero comprar unos bolis de plástico, no quiero comprar un vestido de boda.

Me puedo imaginar a esa comercial con sus adolescentes apuntes llenos de colores, flechas y llaves que no necesitaba. El horror vacui de la documentación.

Porque siempre he pensado que escribir 6 folios en un examen de secundaria tenía que subir la nota, por volumen. Pero ahora que soy el que corrige los exámenes, me duele cuando pido un vídeo de 5 minutos y me lo graban de 45.

Hacer las cosas perfectas implica sacar un 10, pero no siempre (por no decir casi nunca) el camino para lograr algo perfecto significa hacerlo más. Más largo, más grande, más lleno.

Un gol por la escuadra no necesita 20 pases previos para contabilizar, pero los 20 pases previos sí que necesitan un gol para que tengan una utilidad.

Vísteme despacio que llevo prisa, traducido a lenguaje de PM.

Esto que os cuento tiene que ver con optimizar los procesos de nuestra vida. Porque todas las personas llevamos cosas dentro y cada cual es bendecida por un don que nos mueve a hacer cosas con ellas.

A mí me ha caído el don de la organización, qué le vamos a hacer. Nunca lo podría haber deducido con los apuntes tan feos, escuetos e incomprensibles que hacía.