Daniel Llamas

🏗️ #50 ¿Y si confundimos mediación y facilitación?

Facilitar y mediar. Mediar y facilitar. Los Zipi y Zape de los procesos colaborativos y culturales.

Muchas personas los utilizan de forma intercambiable, pero realmente representan dos realidades diferenciadas.

Para entenderlo, vamos a remontarnos a la historia de Roosevelt (sí, el presidente) cuando hace aproximadamente un siglo fue a una granja en el campo y encontró a un granjero que estaba tratando de sacar una viga de un pozo. Roosevelt se ofreció a ayudar al granjero, pero el granjero lo rechazó, diciendo: “No, gracias, señor. Ya he intentado todo lo que puedo, y no puedo sacar la viga”.

Entonces, Roosevelt se sentó al borde del pozo y dijo: “Aquí está mi consejo para usted. Primero, deténgase y descanse un rato. Luego, inténtelo de nuevo”. El granjero siguió el consejo de Roosevelt y se echó una siesta antes de volver a intentarlo. Esta vez, sí logró sacar la viga con éxito.

Esta historia muestra la diferencia entre mediar y facilitar.

La facilitación se trata de ofrecer consejos, recursos y apoyo para ayudar a una persona a alcanzar sus objetivos, sean los que sean. Por otro lado, la mediación se refiere al proceso de ayudar a dos o más partes (no tienen por qué estar enfrentadas como mucha gente cree) a entenderse.

Lo bonito de la mediación es que trasciende al tiempo y al espacio. Por ejemplo, cuando mediamos en un museo, estamos conectando al visitante con un pintor muerto hace doscientos años. Podríamos decir, por tanto, que estas partes mediadas siempre son personas, pero en ciertos casos hay objetos de por medio, como un cuadro.

En la historia de Roosevelt, él utilizó un enfoque de facilitación, dando consejos para ayudar al granjero a alcanzar su objetivo de sacar la viga del pozo. Si Roosevelt hubiera empleado un enfoque de mediación, se hubiera parado a entender por qué demonios había una viga en el pozo, de quién es la culpa y qué repercusiones tendría no sacarla. Probablemente, habrían acabado contemplando posibles escenarios como ir a pedir explicaciones al vecino sospechoso de haber cometido la fechoría. Proceso vs. producto.

Con estas disciplinas realmente me pasa un poco como con el diseño, que pienso que no pueden existir aisladas ni a secas, porque necesitan del objeto facilitado/mediado y de su contexto para poder desarrollarse.

Tú puedes liderar una sesión creativa (o la que sea) y no tener ni idea de facilitación, de la misma forma que puedes dedicarte a cualquier otra profesión pero tener dichas habilidades y ejercerlas con prestancia, aunque no te cargues esa etiqueta.

De hecho, como la facilitación es transversal, no hace falta que seas experto en algo para entender el proceso sobre el cual se sostiene. Por eso una persona que facilita puede ir a un Diseñatón sobre museos o sobre tiendas que lo importante es la metodología, hay una disociación entre proceso y producto.

En cambio, la mediación tiene un apellido, porque va del contenido, y la persona que media necesariamente debe conocer ese contexto para poder ejercer. Ahí tenemos que la más común es la mediación cultural, artística o educativa. Por desgracia, también es habitual hablar de mediación, pero luego dar un paso al lado y evitar el contacto con las partes. La mediación requiere remangarse y si hace falta meterse al pozo.

Hay un término concreto del que nadie habla, pero que nos gusta usar mucho: mediación tecnológica. Es decir, cuando la tecnología sirve para facilitar esa labor de mediación, pero también cuando mediamos entre personas y la propia tecnología.