Daniel Llamas

🏛️ #39 ¿Y si cambiamos nuestros relatos?

Un relato es una narración de la realidad.

Continuamente inventamos, consumimos y trasladamos relatos en torno a todo lo que nos rodea: nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestras ideas, nuestras pasiones.

De la misma forma que esto ocurre con las personas, las instituciones también son generadoras de relatos en torno a su realidad. Cuando estas instituciones tienen un carácter público, además, ese relato será compartido por una parte o toda la sociedad.

De hecho, ciertos relatos tienen la misión de perpetuar una idea original. Por ejemplo, el relato tradicional de un museo es el de conservar el patrimonio cultural a generaciones futuras.

A veces, estos relatos no sólo quieren quedarse en las cuatro paredes del edificio sino expandirse para que personas que nunca han pisado un museo aprendan también cuál es su misión.

Por esta razón, prácticamente cualquier persona de la calle va a saber definirte un museo en esos términos. Porque comparten ese relato.

Sin embargo, (casi) nadie te va a definir un museo como un espacio para la creatividad, la colaboración y el activismo. Es algo que no tenemos en nuestras cabezas. De hecho, es un contrarrelato.

Ya sabemos que vivimos un momento global crítico donde nos enfrentamos a retos como la crisis climática, la debilitación de la democracia o la irrupción de nuevas tecnologías.

Las instituciones deben actualizarse para hacer frente a las revoluciones que se nos vienen encima en los próximos años y, entre otras cosas, una primera declaración de intenciones es romper con sus relatos tradicionales.

No consiste en borrar lo que han sido, sino ampliar lo que pueden llegar a ser. Solo así, la sociedad también entenderá que nuevas formas de pensar y de hacer son posibles.