Reflexiones tras mi proyecto del taxi
Nota: Esta es una transcripción literal de la página de conclusiones de mi TFM «Investigación sobre la mejora de la experiencia de usuarios en el taxi». Si quieres saber más sobre este proyecto, entra aquí. También puedes leer los agradecimientos en esta otra página.
Diseño proyectualizado. El diseño verdadero necesita de proyectos reales para poder practicarse. En el caso de no disponer de clientes con una relación “tradicional” (ya sea porque es una investigación personal, una convocatoria, un proyecto sin ánimo de lucro…) es imprescindible simular las condiciones de un proyecto real, esto es, definir roles, establecer hitos, marcar objetivos, utilizar indicadores… cuanto más precisa sea esta simulación más cerca estará el proyecto de la realidad y, por tanto, el diseño alcanzará su máximo valor.
Diseño diluido. Este proyecto es un ejemplo claro de que el buen diseño traspasa las etiquetas que generalmente buscan categorizar un proyecto en una disciplina u otra. Si hubiéramos considerado este un proyecto de “diseño industrial” nos habríamos desencantado por el poco protagonismo que iba tornando el producto físico. Lo mismo podría haber pasado si hubiéramos marcado las fronteras de diseño “de servicio”, “sostenible” o “social”. El diseño obedece a su propio proceso y solo un diseño bueno será entendido como justo, social y sostenible.
Diseño útil. Una de las bases de un proyecto de diseño es la propia cuestión sobre si ese proyecto debe existir. A pesar de que se generen todas las condiciones aptas para que se desarrolle un proyecto, el diseñador ha de ser soberano para elegir si debe efectuarse dicha creación. Hay que evitar el diseño inútil por el mero hecho de que pueda existir sin considerar si también debe existir.
Diseño justo. En el caso de que un proyecto tenga ese sentido para existir, debe considerarse no sólo el contenido del proyecto sino el contenedor. Es decir, para poder practicar diseño deben existir recursos para ello. Estos incluyen desde un precio justo para el diseñador como para toda la cadena de proveedores y alianzas. Un diseño a medias y precario nunca puede ser un buen diseño.
Diseño justificado. Diseñar es tomar decisiones. Relacionado con estos últimos puntos, la investigación es imprescindible en todo proceso de diseño para justificar que cada decisión es la más adecuada. La investigación no debe ser un anexo anticipado, debe guiar todo el proceso, producirse de manera paralela y simultánea a cada una de las fases del proyecto.
Diseño inmersivo. Un proyecto con una fase de investigación tan profunda ha permitido al diseñador conocer una realidad a la que era ajena y entender desde un punto holístico por qué hay problemas complejos. En el caso del taxi, como usuario es fácil caer en consumir desinformaciones, por lo que hemos aprendido que hay muchas escalas de grises entre los extremos fanáticos y perniciosos.
Diseño sistémico. Aunque se ha desarrollado en el último capítulo, la realidad de que cualquier diseño implica múltiples disciplinas diluidas se ha introducido desde la primera fase del proyecto. Necesitamos que los programas educativos de diseño transmitan múltiples ópticas a los profesionales, porque nunca estamos aislados en la realidad del proyecto.
Diseño activista. Constantemente nos embebemos en la excusa de que los objetivos de un proyecto ideal son inalcanzables por las limitaciones externas a las que somos sometidos. Las instituciones, las universidades, centros como Medialab… todos pueden y deben encontrar sus espacios de mejoras que repercutan en una mayor calidad de los proyectos. Esta transferencia real de sus resultados debe impulsarse desde y para la sociedad.
Diseño colaborativo. En este proyecto han intervenido más actores de los que parece tras un vistazo rápido. Taxistas, diseñadores, agentes culturales, usuarios… y aun así, parece un proyecto individual, una práctica cada vez más incomprensible a la hora de diseñar con esta perspectiva tan abierta. El diseño gana cuando es abordado desde múltiples perspectivas, cuando incita a la conversación y cuando es tolerante e inclusivo.
Diseño democrático. Por todas las razones anteriores, es el propio diseño quien debe actualizar sus medios y procesos a cada presente. La democratización tanto de las herramientas de diseño como de sus tecnologías requiere replantear cómo interaccionamos con ellas, su ética o cinismo subyacentes y, en definitiva, si tiene sentido a día de hoy como mínimo plantearnos toda esta aproximación o si aún pertenecemos a modelos pasados.
Ya que menciono tantas veces la palabra Diseño, he subido esta foto que hice durante la Bilbao Bizkaia Design Week de 2019. La D fue robada realmente de la palabra SELECTED.